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La buena y la mala crisis

Actualizado: 14 ene 2021

Estamos acostumbrados a mirar la vida desde afuera, como si de una serie o película se tratara. Pero cuando nos llega una crisis la cosa se complica y ya no podemos ser espectadores, nos damos cuenta de que no se trata de una ficción.


Las crisis nos confrontan y exigen de nosotrxs un ejercicio de auto observación, pero la cultura, la educación y el sistema contemporáneo, nos llevan a anestesiarnos, nos dicen que es mejor seguir una vida cercana a la media, sin hacernos grandes o profundas preguntas, simplemente ir pasando los días consumiendo redes, tele, videos, series, pastillas, objetos….


Las situaciones dolorosas nos quitan los libretos, son un gran pre-texto para elegir cómo desempeñar nuestros papeles durante y después de que la amenaza pase.


Toda adversidad entraña la oportunidad de ser una fuente de expansión y empoderamiento. Esto solo si cuestionamos nuestras creencias, enfrentamos nuestros miedos y decidimos responder a los cambios necesarios para valorar lo verdaderamente importante y dejar a un lado lo accesorio.


Las crisis tienen como único propósito nuestra evolución y nuestro despertar de conciencia, si decidimos aceptarlo, por supuesto.


Pero podemos responder a ellas de diferentes maneras. La primera es adoptando una posición victimista en la que, desde la queja, justifiquemos nuestra permanencia en la zona de comodidad, que aunque es dolorosa nos resulta conocida; la segunda es una posición responsable y nos impulsa a pensarnos, agradecer, replantear hábitos, ir hacia dentro para poder sacar información relevante sobre quiénes somos y por qué hemos llegado hasta aquí. Se trata de mirar de frente al dolor y enfrentarlo con todas sus consecuencias.

Por experiencia sabemos que las crisis nos exprimen y sacan lo mejor y/o lo peor de nosotrxs y en consonancia nos muestran aquello que necesitamos aprender para poder avanzar en este proceso de evolución.


Pero, ¿qué oportunidades nos abren las crisis?

Una de ellas es conocernos a través de nuestros vínculos, porque de hecho, es una de las mejores formas de conocernos.


Cuando miramos nuestras relaciones desde la responsabilidad comprobamos que NADIE nos puede hacer infelices si no lo permitimos y que si esto ocurre, no es por la acción o la omisión de la otra persona, sino porque resulta un indicador de los desajustes que contenemos interiormente, de esos asuntos que tenemos pendientes por resolver.


Evaluar la relación con la pareja, con lxs hijxs, con lxs amigxs y familiares. Ver que todos ellxs son como son, no como quisiéramos que fueran y así poder conectar con su esencia y privilegiar el amor, sobre la necesidad de control. Las crisis son una gran oportunidad para observarnos en esos vínculos que estamos tejiendo.


Otra oportunidad es la posibilidad de acercarnos a nuestra soledad y autoconocernos. Y ¡cuán difícil es abrazar la soledad! En esta sociedad de la velocidad, apagar los estímulos y distractores y escucharnos para entender qué sentimos y pensamos, por qué lo sentimos/pensamos y de qué nos sirve todo ello es complicado. Ser conscientes de nuestro diálogo mental y de nuestra vivencia emocional nos permite encontrar herramientas para ver de manera diferente lo que nos pasa y encontrar soluciones más allá de la queja. Pero es importante entender que la soledad introspectiva, que facilita la elaboración no es igual al aislamiento que conduce al bucle del pesimismo. A veces para escucharnos a nosotros mismos necesitamos pedir ayuda, tener cerca a alguien de confianza que nos permita comprender nuestro diálogo interno.


Y finalmente la crisis nos mueve a reflexionar acerca de cómo estamos viviendo nuestra vida si estamos transitando el camino que queríamos seguir, el más alineado con nuestros valores. Saber si lo que hacemos es lo que amamos o es lo que nos toca… y si es lo que nos toca, ¿qué pasa con nuestro amor propio?, ¿Qué es aquello que no nos deja creer que podemos vivir en prosperidad haciendo lo que amamos?, ¿Cuáles son esas creencias que convertimos en certezas y nos mantienen estáticos en ese lugar?


Recordemos que la vida no nos castiga, es una cuestión de enfoque, podemos aprender a ver las adversidades como desafíos. Desde este punto de vista cualquier resultado insatisfactorio que estemos encontrando en esta valoración, cualquier manifestación de malestar será el pretexto para impulsarnos a encontrar los recursos necesarios para ir hacia la salida.


He ahí que podamos ver las crisis como oportunidad o como desastre. Aprovechar el dolor para fortalecernos y transformarnos o tomarnos una pastillita, mirar para otro lado y regresar a la vida que hasta ahora teníamos pausada, retomando los distractores, las justificaciones y los pretextos que nos separan del ser para mantenernos en el ego.

¿Tu cuál crisis quieres pasar?, ¿la buena o la mala crisis?


 

Nos encantará escuchar tus comentarios a esta reflexión, que porque la hayamos escrito nosotras no significa que sea cierta. Depende de cómo te interpelen nuestras palabras.


Estaremos encantadas de conocer tu experiencia!


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