Testimonios

“ Habia una vez una nena golpeada, silenciada, que se levantaba una y otra vez, apoyada en la certeza, de sanar su dolor, de gritar su deseo, de vivir y sonreir genuinamente, de sentirse amada. Esa nena creció con esa certeza como estrella, transitando caminos tortuosos, pedregosos, confusos, inciertos, agobiantes, aniquilantes. Creyendo algunas veces en lo que le enseñaban, sobre que la utopía es inalcanzable. Pero su estrella siempre estaba. Y un día, esa nena-adulta, desesperada y lastimada pero tenaz, encontró a quien le dio la mano, muchos abrazos, la miro a los ojos, pudo verla, escucharla, comprenderla y sin decirlo, le prometió que la utopía es alcanzable, que las estrellas tienen muchos caminos. Y de su mano, esa adulta aprendió a respirar, a descansar, a construir el camino hacia su estrella. Y ahí van juntas, la adulta y la nena, desde hace ya tiempo construyendo a cada paso la utopía en la realidad. Las heridas sanan, enseñan, son ayuda-memoria. Las utopías se alcanzan y se viven, los caminos se construyen. Y los procesos son complejos, difíciles y hermosos, más aún, si son acompañados con compromiso y amor. Gracias Pao, por tu sensibilidad, por tu empatía, por tu mirada y escucha activas, por tu compañía siempre presente. Por tenderme la mano, por abrigarme el alma muerta de frio y mostrarme que mi estrella, soy yo misma, que el amor que siempre busque, vivía dentro mio, era el amor a mi misma. Gracias, por ser la mano que me sostiene tantas veces. Deseo que lo bueno que generaste en mi se expanda en tu universo infinitamente.”